Memorias de Carpago

Cada dia sentimos de una manera diferente y se convierte en nuestro centro de gravedad una idea distinta, un pensamiento irrefrenable que hace desaparecer el negro miedo que ayer nos invadio o la exultante alegria y optimismo que nos elevo.

viernes, 10 de diciembre de 2010

VOLVEREMOS A PARÍS

               Son las nueve de la mañana y es veintinueve de abril de dos mil doce, y a la vez que nuestro convoy, muy lentamente, se acerca a La Gare d'Austerlitz, atravesando la fría pero fina bruma de la mañana parisina, me despierto, también muy poco a poco, y La sorprendo sentada en la butaca, junto a la ventanilla de nuestro cálido y confortable departamento del tren en el que ayer partimos de Madrid, en la búsqueda fiel de nuestros sueños.
               Sus ojos, durante mucho tiempo, húmedos, fríos y tristes, vuelven a brillar, y se abren como si quisieran que todo París cupiera en su órbita. desde el Sacre Coeur a Notre Dame, desde Montparnasse al Trocadero y desde el Louvre a Versailles.
               Nuestra bella ciudad se abre al día soleada, alegre y excitante, y nos hace votos de una felicidad plena; no pareciera, en este momento, que el precio pagado, por su ciudadania temporal, hubiera sido tan alto e injusto.
               Hace cinco años que abandonamos la Ciudad de la Luz por ultima vez, y cuando una vez mas la habíamos disfrutado en cada unos de sus rincones, con cada uno de sus colores y sabores; la habíamos discutido y traducido, la habíamos paseado y navegado, uno junto al otro, sin apenas hablar, en un silencio alborotado, pero entendiéndonos y viviéndola , como si supiéramos que durante mucho tiempo, su recuerdo, nuestro recuerdo en ella, fuera a ser nuestra única fuente de esperanza e ilusión. Como si su visión revivida, fuera a suponer el mejor alimento que impulsara la búsqueda de nuestra nueva oportunidad.  
               Cinco años en los que nuestra vida, se volvió del revés como una camisa vieja; donde el éxito nos alumbraba el camino, lo oscureció la frustracion, donde había prosperidad desapareció y dio paso a la incertidumbre, o donde la amistad y el respeto nos acunaban cada día, apareció la indiferencia, el aislamiento y la soledad.
               Mañana, por tercera vez, celebraremos nuestro aniversario aquí, y como siempre, coincidiendo con la llegada de la primavera; mañana recordaremos aquel  ultimo día de abril de mil novecientos setenta y ocho, en el que supimos sin dudar, que envejeceriamos juntos, aquella luminosa tarde en que con una rosa roja firmamos un pacto de amor y compromiso; luego vino la pasión y los celos, la generosidad y la nobleza, la comprension y el consuelo; pero también el frío, el egoísmo o la incomunicación como pruebas insustituibles para la convivencia.
               Hemos sabido compartir el bienestar y el sufrimiento, y como los mejores, hemos superado el odio ajeno y el dolor propio, compartiendo las lágrimas y la amargura; nos hemos revelado, ambos, contra la afrenta injusta, para al fin renacer en nuestro compromiso vital.
               Volvemos a París para renovar nuestra ilusión, volvemos para despertar nuestra pasión, volvemos, en fin, para iniciar la mejor etapa de nuestra vida.
               Pasear por Saint Germain des Pres nos dará Paz, tomar un pastisse en Montmartre nos hará sonreír, brindar con champagne en los soportales del Louvre nos devolvera el romanticismo.
               Hemos vuelto a Paris y sobre todo JUNTOS.

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