Me acaba de llamar un amigo desde un hotel de Madrid y cuando le he oído he tenido la sensacion de que algo malo pasaba, y es que en mi consciente profundo le imaginaba en París con su mujer, de la mano, paseando por Saint Germain des Pres buscando una terraza donde ver bullir a los parisinos.
Mi amigo se incorporo a un nuevo trabajo hace apenas cuatro meses, después de pasar los dos peores años de su vida, en ellos pensó que su universo tal como lo había entendido se había desplomado y solo vegetaba esperando pacientemente. Perdió su casa, muchos de sus amigos y su orgullo.
Pero hete aquí que en un golpe de la Diosa Fortuna se produjo el Milagro, y alguien le dio la oportunidad de resurgir de sus cenizas y en noventa días el le ha devuelto su confianza en forma de resultados, mucho mas allá de lo que hubiera esperado; como muestra de gratitud mi amigo ha visto su contrato temporal convertido en indefinido, y su sueldo doblado con respecto al modesto peculio pactado inicialmente.
Pasado mañana Julian, que así se llama mi amigo, celebra el vigésimo primer aniversario de su boda y pensó, en silencio, intentar compensar a su increíble mujer por los sufrimientos y sacrificios y por su estoicismo durante la travesía del desierto; " Ya esta ", el próximo puente de la Constitución nos vamos a París. Lo preparo todo, billetes de bajo coste, la reserva del hotel con bonos de descuento y una agenda planificada en horas delante de su ordenador: El Louvre, Montmartre, La Madelaine, restaurantes, todo, incluso no dejo de estar atento a prensa y radio por si algún sindicato malintencionado se le ocurría, y no seria la primera vez, convocar algún conflicto aquí o en Francia, que también son muy suyos, pero nada.
Julian, muy enfadado, me ha dicho por teléfono: Carpago, como iba yo a prever que la mayoría de los controladores llegarían al limite de su salud, todos a la vez y el mismo día que además es el comienzo del puente mas largo del año, y fijense que ni a mi amigo ni a mi se nos ha ocurrido, ni por un momento, que tan increíbles circunstancias respondan a nada que tenga que ver con una HUELGA, creanme ni por un momento; yo no he dicho nada a Julian, pero he pensado: ! Que lastima ¡, si ayer hubiera tenido vuelo reservado Belén Esteban, no se hubieran atrevido, que va, ni de lejos, ¡ cualquiera !, y entonces Julian y su mujer hubieran volado a París.
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