Memorias de Carpago

Cada dia sentimos de una manera diferente y se convierte en nuestro centro de gravedad una idea distinta, un pensamiento irrefrenable que hace desaparecer el negro miedo que ayer nos invadio o la exultante alegria y optimismo que nos elevo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

CARPAGO, ¡ YO QUIERO VOLVER !

               Decía Carpago en su presentación de estas Memorias que tiene Fe y se siente abandonado, que tiene Esperanza y desespera y hoy yo lo he recordado leyendo a Gema Martinez en el diario Sur; contaba que la gente se aleja cada vez mas de la institucion eclesiástica, y en el fondo de su articulo cuantifica, en datos, nuestro abandono de los ritos que deberían escenificar nuestra Fe, pero tambien evidencia nuestra desconfianza hacia la jerarquía eclesial como se deduce de la crecientemente escasa participación en su economía, llegando a ser menos de un tercio los contribuyentes que en su declaración de la renta marcan la casilla de la Iglesia.
                No es lógico que en tiempos tan dificiles y confusos como los actuales albores del siglo XXI, sea cual sea el lugar donde se desarrolle nuestra vida, apartemos de ella esa parte transcendente que le da su sentido mas profundo; el bienestar, aquí y ahora, no parece ser suficiente en si mismo, y así lo reconoce el hecho de que la mayor parte de los hombres busquemos en la Fe el complemento que justifique y explique nuestro ayer y nuestro mañana; así cristianos o musulmanes, judíos y budistas, induistas o animistas y ¿ porque no ? adoradores del maligno, hemos establecido normas de comportamiento y de relación con los demás que pretender emular al Ser superior del que nos declaramos servidores, en el mejor de los sentidos.
                ¿ Nos falta la Fe ?, yo creo sinceramente que en mi ámbito vital ¡no!, y lo creo porque se que tanto yo, como la mayoría de los que me rodean vivimos en la Esperanza de que Ese alguien superior, que nos observa y supongo que a veces con estupor, intervenga en el momento oportuno en nuestra ayuda, y a El nos dirigimos cuando las circunstancias de nuestra vida o de la de los que queremos, se vuelven insoportables por la enfermedad, la penuria económica, la soledad o el miedo; y eso que nos une a musulmanes y judíos, a budistas o católicos, eso es Fe.
                 El problema añadido es que en nuestro caso, los católicos, hemos dejado secularmente en manos de unos pocos la interpretación y administración de los sagrados principios que rigen esa Fe, generando una clase sacerdotal que a su vez alimenta una jerarquía con un estatus de poder en la interpretación de Dios y de sus designios pasados, presentes y futuros, que les confiere el liderazgo político y la riqueza; el uso que de ese poder hicieron en el pasado no fue casi nunca el correcto, y por ello piden perdón continuamente.
                 Dice la doctrina de la Iglesia que para pedir perdón hay que estar arrepentido de tus pecados, y prometer nunca mas pecar, y esto en mi opinión constituye la gran mentira de la iglesia de hoy, piden perdón por errores sin la convicción de corregirlos, siguen manteniendo a su jerarquía en la riqueza de los palacios vaticanos o episcopales, volviendo la espalda al tercer mundo; conservan su concepto de la mujer como servidora del hombre y le niegan el ejercicio pleno del sacerdocio, o su autonomía vital; no asumen la evolucion de los tiempos renunciando a un celibato cuya exigencia no deviene de Jesús; siguen estigmatizando a hombres por su pensamiento político o su tendencia sexual y al fin nos van alejando, a casi todos, de una Casa que debería ser la nuestra, pero en la que su ceguera ha impuesto puertas infranqueables a los problemas fundamentales de nuestro tiempo.
                 Estoy convencido, en uso esperanzado de mi Fe, que El intervendrá en el momento oportuno, y su Iglesia volverá a ser la de todos, aquella donde todos cabemos y encontramos consuelo y consejo a nuestros problemas, y entonces todos, todos, volveremos.

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