Memorias de Carpago

Cada dia sentimos de una manera diferente y se convierte en nuestro centro de gravedad una idea distinta, un pensamiento irrefrenable que hace desaparecer el negro miedo que ayer nos invadio o la exultante alegria y optimismo que nos elevo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

LOS TRES VALLES (Dedicado a Mark Zucherberg)

             Erase una vez un valle verde y de clima templado, donde casi todo el mundo era feliz. Nuestro valle era grande y fertil, y además de cinco pequeños publecitos, estaba lleno de granjas que jalonaban sus campos y caminos entre aldea y aldea. Por el norte, el Valle desembocaba en otro ocupado por una gran villa, llena de casas y grandes palacios en los que vivían importantes señores, nobles y ricos, prolijos comerciantes y famosos artistas o afamados artesanos. Por el sur, nuestra soleada y alegre campiña desembocaba en una árida meseta, rodeada de picachos altos y abruptos, donde casi nunca salia el sol.
             Nuestra campiña, quedaba cerrada al resto del mundo por dos pasos estrechos y peligrosos. El primero, el camino a la ciudad del norte, se sorteaba con facilidad gracias a un puente levantado por la Villa y que estaba abierto de día, y cerrado de noche por miedo a ladrones; y por el, los granjeros de nuestro valle pasaban y vendían a la Ciudad las verduras y hortalizas que criaban, los huevos que sus gallinas ponían, la leche de sus vacas, el vino que vendimiaban o el trigo y el maíz que segaban; a cambio la Villa les entregaba telas para vestirse, libros que leer y con los que enseñar a sus hijos, medicinas para sus enfermos o hierro para sus forjas.
             Los aldeanos de nuestro Vallecito, lejos de vender al norte todo lo que producían, guardaban dos terceras partes de sus cosechas, y también apartaban la mitad de lo que la gran ciudad les daba a cambio de sus productos sin que nadie supiera porque.
             Al sur, un abrupto precipicio separaba nuestra frondosa comarca del árido pedregal. Durante mucho tiempo pensaron que esa tierra fría y abrupta estaba deshabitada, hasta que un día, de un invierno oscuro y frío, comenzaron a escuchar los lamentos de mil voces que se les clavaban en el corazón como cuchillos en la mantequilla.
             Días después los habitantes de nuestro Valle se reunieron y decidieron trenzar una cuerda resistente y construir una plataforma de madera y que con ella bajaran tres de ellos, los mas valientes y fuertes de todos y entre ellos Mark; y así lo hicieron, todos los lugareños sujetaban la cuerda mientras sus tres vecinos bajaban y después todos tiraban hasta que volvieron a subir unas horas mas tarde.
             Ese mismo día, reunidos en Asamblea, los tres exploradores contaron a todos lo que habían visto y todos juntos acordaron instaurar una nueva tradición.
             Desde entonces, cada semana, nuestros queridos amigos hacen bajar en la plataforma, sujetando juntos mientras cantan, un tercio de sus productos y cosechas, un tercio de su leche y de sus huevos y una tercera parte de sus cosechas de cereales y hortalizas, pero además la mitad de lo que la Ciudad les da, la mitad de las telas, la mitad de las medicinas y la de los libros o las herramientas forjadas.
             Al terminar, cuando suben la plataforma los niños, ya sin peso, siempre asisten perplejos al mismo maravilloso espectáculo, en la plataforma vacía solo hay flores, flores bellisimas, abiertas y francas como la sonrisa de un niño.

P.D. Dedicado a Mark Zucherberg, creador de Facebook, que hoy, con 26 años, ha anunciado que dona a ONG,s, mas de la mitad de su fortuna ( mas de 6.900 mill. de $), para vergüenza de otros banqueros y magnates mundiales.


            

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