Memorias de Carpago

Cada dia sentimos de una manera diferente y se convierte en nuestro centro de gravedad una idea distinta, un pensamiento irrefrenable que hace desaparecer el negro miedo que ayer nos invadio o la exultante alegria y optimismo que nos elevo.

viernes, 4 de febrero de 2011

¿ VIAJAR O VISITAR ?

            Si alguien me pidiera que fijara los momentos mas felices de mi vida, seguramente la mayoría, con alguna excepción, serian situaciones y circunstancias vividas lejos de casa; es cierto, al menos en mi caso, que viajar  es una forma de soñar despierto, de imaginar aventuras y descubrimientos, mas o menos peculiares, preparados con amor, y muchas horas previas de búsqueda de datos distintivos, y después su ejecución atrevida y minuciosa hasta en los mas pequeños detalles.
             Nuestro primer viaje suele ser un aprendizaje maravilloso que disfrutamos pero al que después encontramos mil y un defectos, lastima, tendría que haber conocido tal sitio o que estupendo debe ser ese restaurante al que no fui por no apartarme demasiado de las visitas guiadas, pero aprendes y el siguiente aplicas con cuidado las lecciones extraídas, cada vez nuestras visitas a otros lugares se ajustan menos a los designios de los guias turísticos y cada vez mas les aplicamos nuestros propios gustos y aficiones, y buscamos con la preparación necesaria, que forma parte del disfrute y entusiasmos de un viaje, unos itinerarios y actividades que se adaptan, como anillo al dedo, a lo que nos atrae de cada lugar y de su cultura.
              Es cierto que en un supuesto primer viaje a Sevilla, visitaremos, detrás de un amable guia, la Torre del Oro y después muy deprisa acudiremos a la Catedral para ver la Giralda, paseo corto y en circuito cerrado por las dos primeras calles del barrio de Santa Cruz hasta que por fin nos llevaran a echarle un vistazo desde la puerta a la Esperanza Macarena en su casa.
               Nuestra visita nos dejara boquiabiertos y admirados de su belleza, pero la primera vez que oigamos a alguien hablar de su entrañable Sevilla, de sus calles, de sus flores y de sus gentes nos hará pensar que tenemos que volver, que no la conocemos; y es así, la próxima vez empezaremos nuestro viaje temprano, en La Campana, desayunando un excelente café con un dulce, de merengue o de crema, y después bajaremos caminando despacio por la calle Sierpes, estrecha y cosmopolita con sus mil y un personajes, loteros, la buena ventura, así llegaremos al Ayuntamiento y después, siguiendo la guia de La Giralda en el azul cielo, por entre callejas preñadas de geranios en los balcones a la Plaza de la Catedral que sirve de apoyo a la Giralda que coquetea con el Palacio de la Curia en voz baja, como si no quisieran que sus secretos no sobresalieran al murmullo de la fuente; tras rezar un momento, a perderse por el Barrio de Santa Cruz, judería perfecta, callejones y plazuelas, casas antiguas cuidadas y hechas siguiendo las antiguas lindes, con ángulos y esquinas y fuentes, y por encima, sorprendiendo, un delicado olor a azahar y a hierbabuena y un descanso a la sombra.
                Después por la vera del Río hasta el puente de Tirana, la Torre del Oro en vivo y en reflejo, el teatro y la Sultana, la Real Maestranza con sus sonidos callados de arte puro en silencio, y por fin, sobre el Río, por donde cruzan una vez cada año la Esperanza trianera y el Cachorro, hasta llegar al kiosco y a la calle Betis y a la de la Pureza, y bares y mas cañas y tapas y mas rondas, hasta que el cuerpo aguante y ahora si que volverás, seguro, porque te ha atrapado su encanto y quieres conocerla.

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